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ació en Londres en 1902. Todo lo que leí acerca de esta misionera me impactó mucho. Lo que más me gusto fue su corazón para los niños y que era una mujer de visión.

Cuando Dios le puso en su corazón su llamado a la China, no recibió ningún tipo de apoyo. Me impacto su seguridad sobre dicho llamado ya que ella decidió pagarse su boleto hasta ese lugar.

Fue una mujer que se ganó el respeto de los chinos; sin embargo era una mujer normal, aún en las biografías seculares se menciona que tenía dos grandes luchas internas: su deseo de contraer matrimonio (algo que nunca llego a realizar) y sus sentimientos de inseguridad a lo largo de su carrera misionera. Cuando fue rechazada como candidata misionera me gustó mucho que no se desanimó, si no que, compro su propio pasaje en el tren transiberiano y entró sola a la China, aún cuando había guerra y ataque de las fuerzas japonesas y el País estaba sumido en un caos.

Ella se identificó con el pueblo chino en esos años difíciles y violentos. Esta mujer tenía un verdadero corazón misericordioso, ya que un día se topó con una niña que pedía limosna junto con una mujer que no era su madre y compró a esta niña de 5 años y la adoptó. Para este entonces Gladys se había ganado el sobrenombre “Ai-weh-deh” que significa VIRTUOSA. Esto me dice a mí, que para este tiempo Gladys ya era estimada como una persona de buen testimonio entre los que le rodeaban.

Un día, su hija adoptiva, vio a otro niño abandonado en un remolque y pensó “yo comeré menos, de modo que él pueda tener algo”. Así que Ai-we-deh recibió su segundo huérfano y su familia comenzó a crecer. No cualquiera, en mi punto de vista acepta este tipo de desafíos por parte de Dios. Sin embargo, Gladys Aylward se comportó a la altura de una hija de misericordia, dando misericordia al pobre y al huérfano, eso me impacta mucho.

En 1936 Gladys adquirió la ciudadanía China, para entonces ya había fundado un mesón junto con una misionera anciana de su misma nacionalidad, inglesa. También se dedicaba a inspeccionar que se cumpliese la ley de los pies. Y asistía a una cárcel donde les mostró al Dios vivo dando buen testimonio y compartiendo entre los presos a Jesús.

Otra cosa que me impactó fue el crecimiento de su misterio con los huérfanos. Ayudó al gobierno de Sian, trayendo con ella los huérfanos que había adoptado, cerca de 200 huérfanos.

Con los niños en remolque caminó por doce días. Por la oración de los niños Dios les envió un barco y cruzaron el Río Amarillo. Días más tarde, Gladys se derrumbó enferma con fiebre del tifus y padeció delirio. En 1955, abrió un orfanato en Formosa –Taiwán. 

En 1957, Alan Burgess escribió un libro acerca de ella, The Small Woman. Fue condensado en The Reader´s Digest , y transformado en una película llamada el The Inn of The Sixth Happiness, protagonizada por a Ingrid Bergman. Pero aún cuando la película estuvo bien producida y conmovedoramente actuada, esta realización fue una espina en el zapato para Gladys Aylward. La película la desconcertó profundamente porque estaba plagada de inexactitudes. Hollywood se tomó grandes libertades con su relación con el coronel chino Linnan, incluso cambiándolo en un euroasiático. Pero horrorizó a Gladys la más casta de las mujeres, ver que la película la había retratado en “escenas de amor”. Ella sufrió grandemente sobre lo que ella consideraba su reputación manchada.

Murió el 3 de enero de 1970. Siendo una gran mujer pasó a la presencia de Dios y habiendo efectuado uno de los más sorprendentes ministerios de misericordia.

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